Lo primero, mil disculpas por las dos semanas de ausencia, ha sido (bastante) involuntario... Y digo bastante, porque los que me seguís en Facebook sabéis que estuve un día en la playita. Pero era completamente necesario, os lo aseguro. ¡Desde mayo del año pasado, que fue cuando nació Lucía, no había pisado la playa! Bueno, pisado pisado, sí, pero disfrutado de ella, no, jejeje... Así que le pedí a la flamante abuela que me cuidara a la niña de mis ojos un día entero y me fui a coger un poquito de moreno para la boda de dos muy buenos amigos que tuvimos el sábado.
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| ¡A la rica tarta de limón! |
